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mujeres

Mi principal fuente de autoconocimiento siempre han sido los cuentos.

Los cuentos me han salvado muchas veces de mi sensación profunda de soledad. Contar una historia a mi hermana cuando era pequeña, me servía para sentirme parte de ella, de su mundo de fantasía. Cuando nos quedábamos solas jugábamos a que éramos trapecistas en un circo o que viajábamos a la época de los faraones. En ese momento no estaba sola y ella tampoco.

Tiempo después, las historias me ayudaban a dormir cuando no encontraba mi lugar en el mundo. Siempre he sido diferente a mi familia y a mi entorno, no encajaba.

Cuando me divorcié, leer me ayudó a conocerme mejor. Sí, un cuento ayuda a entrar en el inconsciente y CONOCERTE A TI MISMA. Porque en el inconsciente está toda la información de tu vida. Están tus sueños de infancia, tus recursos, tus miedos y tus experiencias agradables y desagradables. Es un territorio lleno de sirenas y monstruos y, recorrerlo, te ayudará a descubrirlo y a autoconocerte.

Y, ¿qué se necesita para aprender a conocerse a un@ mism@?

Te lo resumo en tres palabras:
RESPONSABILIDAD, GANAS Y VALENTÍA.

No siempre va a ser fácil, no siempre va a ser agradable pero siempre, siempre, va a ser una experiencia única y una oportunidad para descubrirte y mejorar tu autoestima.

Desde los 10 años llevo un diario de autoconocimiento. Cuando lo releo, es como encontrar las pistas hacia un tesoro porque escribía lo que no podía contar a nadie: lo que sentía, lo que intuía, lo que anhelaba.

Cada pista es como una perla que me ayuda a entrar dentro de mí y bucear para limpiar, borrar o enterrar, sacar a la luz y mejorar.

Aquella soledad, aquella sensación de no encajar era falsa. La vida es como un puzzle, como el motor de un coche donde todo tiene su lugar para que funcione correctamente.

A medida que profundizo en mi autoconocimiento, me doy cuenta de que soy una pieza necesaria en un engranaje universal. No soy imprescindible, pero sí importante para encontrar un equilibrio. Cuando encuentro ese sitio me siento plena. Doy y recibo y estoy unida a todo. Siento fuerza y seguridad y sonrío sin razón aparente. Eso ocurre cuando creo un cuento, cuando relato una historia y entro en el mundo de la persona que está delante de mí, sentada cómodamente a mil kilómetros o a metro y medio. Y navego, vuelo, lloro y río con ella, con él. Somos uno y yo encajo perfectamente. Ya no me siento sola.

¿Quieres que te ayude? ¿Quieres que mi voz viaje contigo, junt@s?

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