En este artículos te explicaré como la meditación puede ser una herramienta muy eficaz para mejorar los síntomas de la ansiedad.
Si en algún momento viajas a países donde las necesidades básicas no están cubiertas: casa, comida, seguridad física… Te darás cuenta de que la ansiedad no es una opción. Pasé 8 años en Siria, cada vez que viajaba a las pequeñas aldeas la gente podía tener hambre, frío, pero no ansiedad.
Hace tiempo me leí el libro de Paul Ekman «El rostro de las emociones» y descubrí que el miedo sirve para responder a una amenaza inmediata y nos conduce a la acción; como digo en mis cursos de comunicación emocional, el miedo nos saca hacia fuera. Quizás en un principio, te quedes paralizado pero, si la amenaza es real, huyes: pasas por dos estados, uno de alerta y activación, donde el sistema nervioso simpático se pone en marcha; luego, otra de relajación, donde el sistema nervioso parasimpático se ocupa de regular el organismo. Así es como nuestro cuerpo, que es muy sabio, tiende a la homeostasis o al equilibrio.
¿Qué ocurre cuando el estrés no desaparece?
Cuando la amenaza no es inmediata y se prolonga en el tiempo, la imaginación juega un papel fundamental; cada vez que nos imaginamos el peligro, la amenaza se convierte en inmediata, alterándose los patrones de la respiración. Cualquier estímulo externo que dispare el supuesto «peligro» pondrá en marcha todos los mecanismos de supervivencia en el cerebro.
La respiración se va a alterar, aumentando la inspiración ( respiraciones altas y rápidas), para que el cuerpo tenga suficiente oxígeno y así, poder huir. Como no ocurre nada, no es necesario equilibrar y nos quedamos más tiempo con esta respiración: al no soltar bien el aire, no es posible inhalar, con lo que los pulmones siguen llenos dando la sensación de que no se puede coger aire; ahí comienzan los cuadros de ansiedad.
La ansiedad en el cerebro:
Los circuitos del miedo.
Como ya habrás oído nuestro cerebro está preparado para sobrevivir no para estar en paz, así que, hay que entrenarlo, porque esa capacidad está ahí.
El cerebro consta de tres partes principales: cerebro reptil, sistema límbico y neocortex. En el sistema límbico, más concretamente en la parte interna del lóbulo temporal medio, hay una pequeña estructura que se llama amígdala; este núcleo tiene una enorme influencia sobre el sistema nervioso y hormonal, y dedica las tres cuartas partes de sus neuronas en captar los posibles peligros, ya que, aprende de ellos y almacena dicho aprendizaje en los núcleos basales. La amígdala mantiene la memoria del peligro incluso cuando el hipocampo (que gestiona la memoria a largo plazo) no lo haya registrado; por eso, muchas veces podemos tener miedo a las arañas y no saber el porqué.
Además tiene otras muchas funciones, como la captación de feromonas y su respuesta en la sexualidad, la saciedad en la comida,etc. Evidentemente, tanto a nivel consciente como inconsciente, la amígdala gestiona la respuesta al miedo: en cuanto la amígdala se pone en marcha, envía una señal a las glándulas suprarrenales, las cuales, liberan cortisol y adrenalina, química necesaria para ponernos a salvo.
Debemos subrayar la importancia del inconsciente y la imaginación en todo este proceso, sobre todo, para ir educando a los niños en NO USAR MAL SU IMAGINACIÓN, aunque esto lo trataremos con más detenimiento en otro artículo.
Cómo usar la meditación para combatir la ansiedad
Lo primero que hay que hacer es detectar el disparador externo. Imagínate que tienes una deuda pendiente con el banco, te llaman por teléfono y te dicen que, si no pagas, te embargan; en ese momento, relacionas inconscientemente el teléfono con el peligro: cada vez que suena se pone en marcha el circuito del miedo y, al poco tiempo, comienza la ansiedad. Tú no te das cuenta, ya que es inconsciente, y empiezas a sufrir episodios en cualquier parte, por ejemplo en un supermercado, cuando oyes que llaman a una persona, etc.
Cuando ya has detectado el disparador, es importante encontrar el origen del estrés; puede ser que sea real o imaginario, pero siempre tendrá un componente futuro. En algún momento pasará algo…..tienes que encontrarlo. Por último, hay que volver a restablecer la respiración: hacer ejercicios soltando el aire hasta que no te quede nada, como si sopláramos las velas de una tarta que no se apagan nunca.
Técnicas de relajación
La meditación es una práctica que, con voluntad, nos ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad. Es importante incluirla en nuestros hábitos diarios.
Los que me conocéis, ya sabéis que, para mí, son importantes dos cosas: conectar el cuerpo y la mente, y aprender a tomar el control. Para conectar el cuerpo y la mente hay que hacer ejercicio físico, el cual puede ser relajado, tomando conciencia del mismo, o más aeróbico para acelerar el ritmo del corazón. Personalmente, a mí, me gusta alternar: un día hago cardio y, otro día, Yoga o Feldenkrais. Para tomar el control de la mente, de la imaginación y la radio interior uso la meditación.
A continuación, te invito a que escuches una meditación guiada para reducir tu ansiedad. Si quieres descubrir los beneficios puedes leer este artículo.
Que la paz sea contigo.
BIBLIOGRAFÍA
Paul Ekman (2017). El rostro de las emociones. Edición en RBA editores, 2017. Barcelona.
Loretta Graziano Breuning. (2016). Los hábitos de un cerebro feliz. Ediciones Obelisco. Barcelona.
Nieuwenhuys,Voogd and Van Huizen (2009). El sistema nervioso humano. $ edición. Editorial Médica Panamericana.Madrid.
D.Goleman, R.Davidson (2023). Los beneficios de la meditación: la ciencia demuestra cómo la meditación cambia la mente, el cerebro y el cuerpo. Kairós.
Web BBVA. La neurociencia de la meditatación.